Una vez llegamos a mi casa mientras yo intentaba escapar, mi amigos tocaron el timbre, que burrada, si había un boquete gigante justo al lado… salió mi madre, su vena del cuello no daba más de sí, tenía los ojos que parecían que se iban a salir hacia afuera, bueno, pero salía con mi bate de beisbol, a lo mejor quería perdonarme y de paso jugar conmigo, me agarro del brazo y me metió dentro de casa y cerró la puerta de un portazo, de la fuerza con la que cerró la puerta el bate se iba a romper de la fuerza que le estaba haciendo, asique tuve que actuar rápido, comencé a cantar.
-Perdóname, por todos mis errores, mis mil contradicciones..."
Lo siguiente que recuerdo es que estaba en mi cama tumbado y echaba en falta muchos dientes, cogí todos mis dientes y realice un collar con todos, fui a regalárselo a mi madre para que me perdonase, pero acabe de nuevo en mi cuarto hasta hizo más grande el boquete.
Una vez dentro de casa no paraba de amenazarme con el bate, y no paraba de decir “¿esto ahora quien lo va a pagar?” en ese momento recordé el dineral que perdí jugando a las cartas… y le propuse fingir que somos viejos e ir al asilo, la vena se le hinchaba por momentos… pero saque todo lo poco que me quedaba de valor y le dije calmado y sereno:
-Mama, ¿si te canto una canción me perdonas?
Presentía en ese momento que me la cargaba…
Y con el cordel del collar en la boca, vamos, creo que me lo hizo tragar… tenía una forma de recuperar mis dientes muy simple, con suerte aun quedaría alguno por el suelo, así que me puse a buscar, debajo de la cama había uno, me alegre mucho, así podría plantar el diente y esperar a que saliese un árbol que diese dientes y cuando estén me los pondré y ya está, si es que soy un genio.
Aunque no tener dientes tenía su ventaja, no tenia que lavarme los dientes al comer chuches ni usar el enjuague bucal con ese sabor a cloro tan horrible que me dan arcadas, pillaba un dolor de barriga cada vez que me lo tragaba, que cosa más mala.
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