Capitulo 2: Misión comida seca

En la fría calle, sin comida, sin las llaves para entrar a comer a mi calentita casa, casi sin dientes… aunque eso no es ninguna novedad, yo quería entrar a casa, asique comencé a pensar en una idea para poder entrar, recordé como hacían en una película unos ladrones para entrar a una casa, abrí mi mochila, cogí un clip del estuche e improvise con él una llave para la puerta, no abría… ¿cómo iba a abrir? ¡Qué estupidez!
Rápidamente pase al plan “B” comprobar que la ventana del primer piso estaba abierta, estaba cerrada, que desastre…

Alce la vista y sonreí al ver que la ventana del segundo piso estaba abierta.
Todavía me queda el plan “C” trepar por la fachada hasta llegar a la ventana y entrar por ahí, feliz, con confianza y con hambre me dispuse a trepar, la fachada era plana, fracaso total el plan “C”

¿Qué podía hacer? ¿Esperar a que volviesen? No… pasaría demasiado tiempo, para entonces ya abría muerto de hambre, de repente, a mi cabeza llego una brillante idea, algo que había estado ay siempre y que no me di cuenta hasta ahora, me dirigí a la cabina telefónica, a su lado había una boca de incendios, la arranque de cuajo y la lance con todas mis fuerzas a la ventana, una vez ventana y media pared rota pude entrar tranquilamente a mi acogedora casa a comer
Me dirigí a la cocina, mire al suelo y ay estaba la boca de incendios - ¡anda! Si llego hasta aquí, claro, si es que soy fuerte-

Orgulloso de mi fuerza e inteligencia busque el plato de comida, no estaba por ningún lado… mire la boca de incendios y debajo de ella, aplastado mojado sucio y triste estaba mi comida, pero al menos me quedaba el consuelo de que no estaba pasando frio en la calle, estaba pasando frio dentro de casa porque entraba sobradamente por el hueco que abrí para entrar, además, no lo pensé, pero la bronca que me iba a llevar esa tarde iba a ser buena, en ese momento sonó el teléfono, lo conteste, era mi madre...

- Hijo, que llegamos en 10 minutos, espéranos para comer
Salí corriendo a la calle como nunca había corrido en mi vida, pero eso sí, esta vez no se me olvidaron las llaves

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